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Jesús contestó:

—Ya les dije que yo soy. Así que si me están buscando, dejen ir a estos hombres.

Él dijo esto para que se cumpliera lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». 10 Entonces Simón Pedro sacó la espada que tenía y le cortó la oreja derecha al siervo del sumo sacerdote, uno llamado Malco.

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